La Estética y La Democracia
Estética
Es un término con diferentes acepciones. En el lenguaje coloquial denota en general lo bello, y en la filosofía tiene diversas definiciones: por un lado es la rama que tiene por objeto el estudio de la esencia y la percepción de la belleza, por otro lado puede referirse al campo de la teoría del arte, y finalmente puede significar el estudio de la percepción en
general, sea sensorial o entendida de manera más amplia. Estos campos
de investigación pueden coincidir, pero no es necesario. La palabra
deriva de las voces griegas αἰσθητική (aisthetikê) «sensación, percepción», de αἴσθησις (aisthesis) «sensación, sensibilidad», e -ικά (ica) «relativo a».
Si para el presente artículo nos ceñimos a la primera acepción, la estética estudia las razones y las emociones estéticas, así como las diferentes formas del
arte. La Estética, así definida, es el dominio de la filosofía que
estudia el arte y sus cualidades, tales como la belleza, lo eminente,
lo feo o la disonancia, desde que en 1750 (en su primera edición) y 1758 (segunda edición publicada) Baumgarten usara la palabra «estética» como «ciencia
de lo bello, misma a la que se agrega un estudio de la esencia del
arte, de las relaciones de ésta con la belleza y los demás valores».
Algunos autores han pretendido sustituirla por otra denominación:
calología, que atendiendo a su etimología significa ciencia de lo bello
(kalos, «bello»).
La estética es la ciencia que estudia e
investiga el origen del sentimiento puro y su manifestación, que es el
arte, según asienta Kant en su Crítica del juicio. Se puede decir que es la ciencia cuyo objeto primordial es la reflexión sobre los problemas del arte.
Si la Estética es la reflexión filosófica sobre el arte, uno de sus problemas será el valor que se contiene en el arte;
y aunque un variado número de ciencias puedan ocuparse de la obra de
arte, sólo la Estética analiza filosóficamente los valores que en ella
están contenidos.
Democracia
En democracia el poder radica en las funciones del Estado, que tradicionalmente han sido la Ejecutiva, Legislativa y Judicial, existiendo países que agregan dos funciones más: la Electoral y la de Participación Ciudadana y Control Social. La representación del Estado la ejerce el presidente del gobierno, que constituye el poder Ejecutivo, limitado en su accionar por los pesos y contrapesos de la democracia, que nacen de la división de poderes; diferente de los gobiernos totalitarios donde el líder del partido oficial es el presidente de la República, que controla la Asamblea Legislativa, cortes judiciales, consejos o tribunales electorales y los organismos de Participación Ciudadana y Control Social, a los que utiliza para designar a sus delegados como integrantes de las demás funciones del Estado y organismos de control, mediante concursos arreglados.
Así, el presidente de la República se convierte en jefe supremo de todos los poderes y organismos del Estado, eliminando la división de poderes fundamentada por Montesquieu y Locke desde la Revolución francesa de 1789 y plasmada en la Constitución de Estados Unidos de 1787, para impedir el poder absoluto y los abusos de autoridad.
El líder populista, obnubilado por el poder, pretende perennizarse por sí o por su delfín, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, jefe absoluto del gobierno y de todos los poderes, funciones e instituciones del Estado, lo que lleva a una dictadura totalitaria con apariencia de democracia. Hay que meditar bien el voto para la segunda vuelta y no permitir que los vicios de la democracia formalicen el totalitarismo, para que se respeten nuestros derechos y libertades.
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